enero 24, 2015

DERROTANDO LA RAÍZ DE AMARGURA

    ¿Alguna vez has escuchado o dicho alguna de estas frases? “¡No puedo hacerlo!” “¡Mi circunstancia no mejorará!” “¡Él/ella no cambiará!” “¡Ya perdí la cuenta de cuántas oportunidades he decidido  para que cambiar!” “Seguir esperando… ¿Y para qué?”

Salmista y Adorador: Wilver Santoyo

    En ocasiones, la sombra de la duda incrementa los pensamientos de incertidumbre e impaciencia y finalmente éstos sobrepasan a aquélla. ¿Qué tal si sientes que ya has soportado y esperado lo suficiente, y estás a punto de darte por vencida?

    “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Mas el justo vivirá por fe.” Hebreos 10:35-36

    Esos pensamientos de y días de  amargura  pudieran venir con frecuencia a tu mente y a tu vida, siendo más continuos en este mes en que comercialmente se celebra el amor y la amistad; te llenas de cuestionamientos y sientes que ya no tienes fe  de cambiar. O que tu pareja te mientes que  son cosas que te fusta

    Te pido que me acompañes por un viaje a redescubrir un amor que rompe cadenas. Los eslabones de la falta de fe, de la duda, desconfianza e impaciencia son rotos por el gran amor de Cristo que nos hace libres. Y al recibir nuestra identidad junto a Jesús, somos copartícipes de esta libertad que cubre multitud de faltas:

    Con respecto las cadenas de amargura, en el libro a los hebreos capítulo 12 versículo 14 y 15 dice: “Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos”. La amargura nace en nuestro interior por la falta de perdón o por la falta de fe para superar una situación determinada, es cuando nos dejamos arrastrar por las heridas o la desilusión. Si tienes recuerdos constantes de situaciones pasadas, como heridas emocionales, frustraciones, o si acostumbras a decir palabras pesimistas, es porque tienes una raíz de amargura. No podrás avanzar en la vida, no podrás alcanzar grandes cosas, no podrás dejar fluir las bendiciones, ni el poder del Espíritu Santo si dejas que la amargura esté presente en tu corazón. Hoy Dios te dice, renuncia a vivir amargado porque te ayudaré a superar los problemas para que vivas  libre y feliz.

     Pronunciemos juntos esta oración: Padre hoy decido renunciar a toda clase de amargura en mi corazón, perdono y dejo atrás las frustraciones, las heridas y la desilusión, para darle lugar a tu presencia en todas las áreas de mi corazón. Lléname con tu amor y con tu Espíritu Santo para poder mirar el futuro con fe y esperanza en el nombre de Jesús.

    Cristo es el reflejo del verdadero amor sacrificial, pues soportó la carga de nuestros pecados, por amor, por medio de Su gracia. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” Juan 3:16

      Las promesas de Dios nos transforman de adentro hacia afuera de manera tal que podemos confiar en la providencia de Dios, pues ahí radica la verdadera seguridad, “Y conocerás que yo soy Jehová, que no se avergonzarán los que esperan en mí.” Isaías 49:23

     Frente a cualquier circunstancia, lo esencial es que nuestra fe descanse en la Palabra escrita de Dios para que nuestro principal enfoque sea examinar el ejemplo de Cristo y Su llamado a que vivamos con un corazón confiado en lugar de dejarnos controlar por nuestras emociones, “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:2

     Abracemos la realidad de la gracia sin medida, el amor incondicional y la esperanza redentora por medio de Cristo para dar los primeros pasos fuera de la sombra de la incertidumbre e impaciencia.

     Identifiquemos aquellas circunstancias desencadenantes de duda, enojo e inquietud y los efectos destructivos que tienen sobre nuestras relaciones y la manera en que expresamos amor.

     Solo entonces viviremos más allá de las sombras de la duda por medio de Aquel que rompe toda cadena de amargura.

     Finalmente recordemos, “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…” 1ª Corintios 13:4-8

     ¿Cuáles circunstancias que desencadenan el pecado de la duda, incertidumbre o impaciencia están afectando tu relación con otros? ¿Por qué no le pides al Señor que rompa esas cadenas y descansas plenamente en Cristo? ¿Cómo puedes hacer cambios y mostrar  el amor de Cristo en tus relaciones?
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