Escoge siempre la mejor opción, la de creer en el Señor y obedecer Sus instrucciones, por sencillas que parezcan.
Cuando Moisés sacó al
pueblo de Egipto, llegaron hasta el Mar Rojo y vieron que el ejército enemigo
los seguía. Seguramente en ese momento, Moisés comenzó a evaluar sus opciones.
Tenía dos: pedirle a más de dos millones de personas que nadaran hasta la otra
orilla o buscar armas para luchar contra sus perseguidores. Pero clamó a Dios,
quien le dio una tercera opción: levantar las manos y ordenar al mar que se
abriera para darles paso. Sus primeras dos opciones prácticamente los llevaban
a la muerte. Sin embargo, la tercera opción, la que dio el Señor, era más
sencilla de ejecutar, pero también más difícil de creer.
Ante las situaciones que
enfrentamos, debemos clamar como Moisés lo hizo, debemos decirle al Señor:
“Reconozco que hay soluciones que ignoro, pero dime qué debo hacer y lo haré”.
La Palabra nos dice que si clamamos al Señor, Él nos enseñará lo que no conocemos.
Si la respuesta es que no es tiempo de clamar sino de actuar, ya sabremos qué
hacer. Notemos que en ese tiempo no había ningún antecedente de que el mar
podía abrirse, así que no esperes un antecedente frente a la instrucción que
recibes de Dios, ya que Él puede darte una nueva fórmula para resolver alguna
situación imposible. No olvides que ¡Dios es especialista en imposibles!
En la situación de Moisés,
¿qué era más fácil? ¿Cruzar el mar nadando o levantar las manos y confiar?
Claro que levantar las manos, pero, ¿qué opción era más difícil de creer?
¡También levantar las manos! Entonces, podemos ver que las soluciones que Dios
da son fáciles de ejecutar, pero difíciles de creer porque necesitamos fe para
vencer nuestra razón y pensar que todo es posible por sencillo o ridículo que
parezca.
Dios nos ofrece formas
fáciles de resolver los problemas, pero buscamos lo complicado porque nos
cuesta creer. Para echar fuera demonios solo debes decir: “Fuera en el nombre
de Jesús”, eso es todo, créelo y lo lograrás. Dios nos dio la cabeza para
pensar, pero nada sustituye la fe del corazón para creer que el Señor puede
hacer lo imposible. Claro que debemos prepararnos y educarnos, sin embargo, no
pretendas que tu razón sustituya tu fe. Si tu situación está complicada, es
momento de simplificarla con fe en que lo imposible puede suceder.
La mujer que padecía de
flujo de sangre nos enseña que para tener fe debemos oír, porque cuando ella
escuchó sobre Jesús lo buscó para que la sanara. En este caso, tampoco había
antecedente de que al tocar la ropa de Jesús alguien podía sanar, pero ella no
pensó en eso, sino que cansada en haber intentado todo, se dejó convencer por
la fe en lo imposible. Escucha la Palabra el Señor, especialmente la que motiva
tu fe porque así es como el justo vive. Esta mujer ya había superado la parte
difícil: buscar sanidad durante doce años, así que solo le quedaba hacer lo más
fácil: tocar el manto de Jesús. Claro que eso requería fe y creer no es fácil,
pero lo hizo y sanó. Tal vez te darás cuenta de que la solución a tu problema
ha pasado frente a tus ojos y no la has visto, porque es tan fácil que ¡no la
crees! Jesús nunca le complicó nada a nadie. Para recibir bendición, las
personas solo debían creer que lo sencillo o ridículo era efectivo. Si tu fe no
ha dado resultado es porque ¡aún no has creído de verdad! Acércate a Él con fe
y verás que todo cambiará.
Para Dios no hay situación
imposible de solucionar. Otro ejemplo es el del padre que se acercó a Jesús
para pedir que liberara a su hijo del demonio que lo torturaba y que le ayudara
a creer . Proclama ahora que
ningún demonio, ninguna adicción o pecado esclavizará a tus hijos. Si crees que
es imposible, seguramente tu nivel de fe no es suficiente, porque no escuchas
suficiente Palabra de Dios y necesitas acercarte más a Él para que tu confianza
sea plena. Al nacer de nuevo en el Señor verás que recibes fuerzas para
persistir en lograr lo bueno que anhelas. Te harás especialista en la santa
terquedad de insistir por tu milagro hasta que sea hecho.
Si leemos el antecedente
de esta historia, vemos que el padre del endemoniado fue primero con los
discípulos de Jesús, pero como ellos no pudieron ayudarlo, se acercó al Señor4, quien pudo
decirle que no dudara porque hablaba con el Señor de señores y Rey de reyes,
Hijo de Dios todopoderoso. Jesús nos dice lo mismo ahora: “Puedo hacerlo todo
si tú puedes creer que al hacer cosas fáciles obtendrás grandes logros”.
Este padre que pedía por
su hijo se acercó a Jesús preguntando si podía hacer “algo”, pero Él podía
hacerlo “todo”. No tengas fe para algo, sino para todo. No creas solo en tu
sanidad, sino en tu prosperidad, en la restauración de tu hogar, ¡en la
felicidad de tus generaciones! Ese es el nivel de fe que Dios quiere ver en
nosotros. Entonces, vemos dos casos, el de la mujer que dijo: “Si tan solo toco
su manto…” y el del padre que dijo: “Si Tú puedes hacer algo…”. Ella confesó
que era posible, él confesó que esperaba que fuera posible. ¿Ves la diferencia?
Está en ti que Dios haga algo, porque Él quiere hacerlo, pero eres tú quien
desata la bendición al creer y confesar que lo imposible será hecho. Jesús
puede hacer todo si tú puedes creer que así será.
En la vida pueden fallarte tus padres, tus hermanos, tu esposo, tu socio, tus
amigos o compañeros, pero Jesús no falla. Olvídate de los fracasos porque el
Señor puede hacerlo todo, si le demuestras que crees con el corazón. ¡No te des
por vencido, date por vencedor! Dile: “Yo sé que Tú puedes obrar maravillas en
mi vida”. Entrégale tu vida para que la fe en Su amor y misericordia crezcan al
nivel necesario para ver cómo Él te levantará y te llevará a nuevas alturas.
¡Él siempre te dará la mejor opción!
Versículos de referencia
1) Éxodo 14:15-16
comparte: Entonces Jehová dijo a Moisés:¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de
Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y
divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.
2) Marcos 5:24-29 explica:
Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. Pero una
mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido
mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado,
antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la
multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré
salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que
estaba sana de aquel azote.
3) Marcos 9:21-24 cuenta:
Jesús preguntó al padre:¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo:
Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero
si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo:
Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del
muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.
4) En Marcos 9:17-18
leemos: Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi
hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude;
y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus
discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.