La bendición de Dios es inevitable si
permitimos que nos forme y restaure.
Estamos ante una
nueva época, un nuevo comienzo y debemos dar gracias a Dios por lo bueno que
hemos vivido, lo que recibimos y lo que logramos. Esa retroalimentación nos
prepara, incrementa nuestra fe para lo que viviremos que será aún mejor, porque
el Señor siempre va más allá, no es escaso con Su bendición.
Además, Él nos
enseña a comenzar bien. En Génesis vemos que al principio, cuando creó el cielo
y la tierra, todo estaba desordenado y vacío, entonces, Él comenzó a llenar y a
poner orden. Lo mismo podemos decir de nosotros. Antes de conocerlo, nuestra
vida estaba desordenada y vacía, pero Dios la llenó y puso orden. Con esto, nos
enseña que el orden es importante en todo comienzo. El desorden no sirve para
iniciar nada, porque no nos permite ver lo que tenemos y lo que queremos
alcanzar. No podemos ser productivos en medio del caos. Dios quiere que ordenes
tu vida, tus finanzas, tus sentimientos y tus prioridades. Este un sencillo
pero poderoso consejo. Todos deberíamos comenzar nuestras épocas ordenando,
desde nuestra habitación hasta nuestro corazón. Si quiero que Dios obre en mi,
debo poner orden, porque en medio del desorden, Él no puede operar. Nuestro
Padre anhela bendecirnos, pero no puede hacerlo en el desorden. Al contrario,
con orden, Él puede comenzar a crear, a formar y a llenar.
En la Palabra
también vemos que al principio, el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas. Y
lo mismo sucede en el segundo gran inicio, en el Nuevo Testamento vemos que el
Espíritu Santo se manifestó cuando Jesús fue bautizado. Dios debe estar contigo
en todo comienzo, esa es tu garantía de éxito. Antes de cualquier cosa, al
iniciar algo, busca tu cita especial con el Señor, preséntale tus expectativas,
lo que deseas lograr, lo que quieres que termine y lo que quieres que comience.
En todo comienzo, tu Padre debe ser tu guía, tu dirección, bendición y
consuelo.
El inicio que
Dios nos revela es de orden en Su presencia. Él ya tiene todo preparado, solo
espera que tú estés dispuesto. Al principio, luego que todo el escenario estaba
listo, vemos que crea Su obra maestra: el hombre, a quien hizo a Su imagen y
semejanza. A veces, nos preguntamos ¿por
qué nos hizo como Él, por qué no diferentes? La respuesta es sencilla. Nos hizo
así para que seamos capaces de obrar como Él hizo, para que produjéramos como
Él produjo, para hacer cosas grandes y extraordinarias. En la medida que seas
semejante a Dios, la bendición vendrá, así como al inicio de los tiempos. El
primer hombre sobre la tierra no pidió ser bendecido, pero lo fue porque había
sido formado a imagen y semejanza de Dios. Cuando somos semejantes a Él no
podemos evitar que lo bueno venga a nuestra vida. ¡Esta es una gran revelación
de Su perfecto amor!
Lo que vivimos
ahora no es lo que nuestro Padre tenía planeado para nosotros, pero así fue
porque Adán y Eva cometieron un lamentable error. Ellos recibieron todo
ordenado y su misión era mantener ese orden dispuesto por Dios. Pero el diablo
apareció para desestabilizar. Así es siempre, en todo inicio está presente la
tentación. Satanás quiere hacernos pecar para crear caos, para romper el orden,
provocar que no seamos semejantes a Dios y se aleje la bendición. Como él es maldito,
quiere que todos los seamos.
Al contrario,
nuestro Padre quiere bendecirnos, ese era el plan inicial, pero Adán se alejó
del plan, así que fue necesaria una transformación. Tu bendición está en
función de tu transformación para ser de nuevo como Dios quiere. En la Biblia,
Génesis 1 y 2 relatan la creación, y a partir de Génesis 3 todo se trata de la
restauración por el pecado cometido. A partir de ese momento, somos como
arcilla en Sus manos. Dios es como el alfarero que moldea y da forma para convertirnos
de nuevo en una vasija que pueda contener Su bendición. Sabemos que el barro
debe ser manipulado, estrujado y estirado para que tome forma. Para nosotros
seguramente será doloroso, pero es necesario, porque si no cambiamos nuestro
carácter y pensamiento, no lograremos ser como Dios y no obtendremos todo lo
bueno que nos tiene preparado. La bendición es una consecuencia de la semejanza
a Dios. De pensar y actuar como Él. Así que el temor, la tristeza, la
mediocridad y la inseguridad deben desaparecer. Si permito que Dios trabaje en
mi, el cambio vendrá. Yo lo veo de esta forma: La bendición es inevitable si
comprendemos que el proceso de cambio es indispensable.
Cuando Adán y
Eva pecaron, no solo perdieron su relación con Dios, sino también perdieron su
naturaleza y ahora debemos recuperarla. Sabemos que el diablo continúa
interviniendo, él quiere que tropecemos, para alejarnos de nuestra imagen y
semejanza originales, pero Dios quiere restaurarnos para que volvamos a nuestro
estado natural de bendición, alejado de las obras de la carne y unido a Su
amor. El proceso continúa, no reclames ni te resistas, no culpes a otros. Eres
lo que permites que tu Padre haga en ti. Somos vasijas que pueden recibir
mucho, eso es lo que Dios quiere, llenarnos de buenos pensamientos y buenas
obras.
El cielo tiene
preparada tu bendición, créele. La clave está en pasar el proceso que nos aleja
de la rebeldía, la desobediencia y el caos. Debemos ser como barro suave, listo
para ser moldeado, porque el barro seco y duro no toma ninguna forma, es como
roca que se romperá en pedazos. Dile a nuestro Padre que estás dispuesto a
dejarte moldear, que trabaje en tu vida, porque anhelas ser vasija que reciba
Su bendición en todo lo que emprendas a partir de ahora. Pídele que te haga de
nuevo semejante a Él, ordenado, amoroso y justo. Este es el momento perfecto
para un buen comienzo. Dale gracias porque Sus planes de bien se cumplirán en
tu vida a partir de ahora, ya que te entregas como arcilla en Sus manos.
Versículos de referencia
1 Génesis 1:1-2
explica: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba
desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el
Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
2 Génesis
1:26-28 comparte: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de
los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra
sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar,
en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra.
Además, Él nos
enseña a comenzar bien. En Génesis vemos que al principio, cuando creó el cielo
y la tierra, todo estaba desordenado y vacío, entonces, Él comenzó a llenar y a
poner orden. Lo mismo podemos decir de nosotros. Antes de conocerlo, nuestra
vida estaba desordenada y vacía, pero Dios la llenó y puso orden. Con esto, nos
enseña que el orden es importante en todo comienzo. El desorden no sirve para
iniciar nada, porque no nos permite ver lo que tenemos y lo que queremos
alcanzar. No podemos ser productivos en medio del caos. Dios quiere que ordenes
tu vida, tus finanzas, tus sentimientos y tus prioridades. Este un sencillo
pero poderoso consejo. Todos deberíamos comenzar nuestras épocas ordenando,
desde nuestra habitación hasta nuestro corazón. Si quiero que Dios obre en mi,
debo poner orden, porque en medio del desorden, Él no puede operar. Nuestro
Padre anhela bendecirnos, pero no puede hacerlo en el desorden. Al contrario,
con orden, Él puede comenzar a crear, a formar y a llenar.
En la Palabra
también vemos que al principio, el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas. Y
lo mismo sucede en el segundo gran inicio, en el Nuevo Testamento vemos que el
Espíritu Santo se manifestó cuando Jesús fue bautizado. Dios debe estar contigo
en todo comienzo, esa es tu garantía de éxito. Antes de cualquier cosa, al
iniciar algo, busca tu cita especial con el Señor, preséntale tus expectativas,
lo que deseas lograr, lo que quieres que termine y lo que quieres que comience.
En todo comienzo, tu Padre debe ser tu guía, tu dirección, bendición y
consuelo.
El inicio que
Dios nos revela es de orden en Su presencia. Él ya tiene todo preparado, solo
espera que tú estés dispuesto. Al principio, luego que todo el escenario estaba
listo, vemos que crea Su obra maestra: el hombre, a quien hizo a Su imagen y
semejanza. A veces, nos preguntamos ¿por
qué nos hizo como Él, por qué no diferentes? La respuesta es sencilla. Nos hizo
así para que seamos capaces de obrar como Él hizo, para que produjéramos como
Él produjo, para hacer cosas grandes y extraordinarias. En la medida que seas
semejante a Dios, la bendición vendrá, así como al inicio de los tiempos. El
primer hombre sobre la tierra no pidió ser bendecido, pero lo fue porque había
sido formado a imagen y semejanza de Dios. Cuando somos semejantes a Él no
podemos evitar que lo bueno venga a nuestra vida. ¡Esta es una gran revelación
de Su perfecto amor!
Lo que vivimos
ahora no es lo que nuestro Padre tenía planeado para nosotros, pero así fue
porque Adán y Eva cometieron un lamentable error. Ellos recibieron todo
ordenado y su misión era mantener ese orden dispuesto por Dios. Pero el diablo
apareció para desestabilizar. Así es siempre, en todo inicio está presente la
tentación. Satanás quiere hacernos pecar para crear caos, para romper el orden,
provocar que no seamos semejantes a Dios y se aleje la bendición. Como él es maldito,
quiere que todos los seamos.
Al contrario,
nuestro Padre quiere bendecirnos, ese era el plan inicial, pero Adán se alejó
del plan, así que fue necesaria una transformación. Tu bendición está en
función de tu transformación para ser de nuevo como Dios quiere. En la Biblia,
Génesis 1 y 2 relatan la creación, y a partir de Génesis 3 todo se trata de la
restauración por el pecado cometido. A partir de ese momento, somos como
arcilla en Sus manos. Dios es como el alfarero que moldea y da forma para convertirnos
de nuevo en una vasija que pueda contener Su bendición. Sabemos que el barro
debe ser manipulado, estrujado y estirado para que tome forma. Para nosotros
seguramente será doloroso, pero es necesario, porque si no cambiamos nuestro
carácter y pensamiento, no lograremos ser como Dios y no obtendremos todo lo
bueno que nos tiene preparado. La bendición es una consecuencia de la semejanza
a Dios. De pensar y actuar como Él. Así que el temor, la tristeza, la
mediocridad y la inseguridad deben desaparecer. Si permito que Dios trabaje en
mi, el cambio vendrá. Yo lo veo de esta forma: La bendición es inevitable si
comprendemos que el proceso de cambio es indispensable.
Cuando Adán y
Eva pecaron, no solo perdieron su relación con Dios, sino también perdieron su
naturaleza y ahora debemos recuperarla. Sabemos que el diablo continúa
interviniendo, él quiere que tropecemos, para alejarnos de nuestra imagen y
semejanza originales, pero Dios quiere restaurarnos para que volvamos a nuestro
estado natural de bendición, alejado de las obras de la carne y unido a Su
amor. El proceso continúa, no reclames ni te resistas, no culpes a otros. Eres
lo que permites que tu Padre haga en ti. Somos vasijas que pueden recibir
mucho, eso es lo que Dios quiere, llenarnos de buenos pensamientos y buenas
obras.
El cielo tiene
preparada tu bendición, créele. La clave está en pasar el proceso que nos aleja
de la rebeldía, la desobediencia y el caos. Debemos ser como barro suave, listo
para ser moldeado, porque el barro seco y duro no toma ninguna forma, es como
roca que se romperá en pedazos. Dile a nuestro Padre que estás dispuesto a
dejarte moldear, que trabaje en tu vida, porque anhelas ser vasija que reciba
Su bendición en todo lo que emprendas a partir de ahora. Pídele que te haga de
nuevo semejante a Él, ordenado, amoroso y justo. Este es el momento perfecto
para un buen comienzo. Dale gracias porque Sus planes de bien se cumplirán en
tu vida a partir de ahora, ya que te entregas como arcilla en Sus manos.
Versículos de referencia
1 Génesis 1:1-2
explica: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba
desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el
Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
2 Génesis
1:26-28 comparte: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de
los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra
sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar,
en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra.