enero 11, 2015

CÓMO PROFUNDIZAR TU RELACIÓN CON DIOSadorador


El agua es una figura del Espíritu Santo, y dígame si no es cierto que a algunos les incomoda que el Espíritu Santo venga a hacer algo nuevo
Por: Wilver Santoyo

Hoy estaba pensando en qué quiere el Señor que les comparta. Y Él me llevó a un versículo que es en el que hoy nos vamos a basar.
 Filipenses 3:10
En este capítulo, Pablo está haciendo una apología de su ministerio, una defensa de lo que se propone. Nos dice que lo que antes tenía por ganancia, ahora lo tiene por basura. En el verso 10, hace el resumen de lo que está diciendo en la totalidad del capítulo, está confesando lo que está en su corazón y lo que Él está percibiendo.

Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a Él en su muerte.

El apóstol Pablo habla de cuatro cosas. Les voy a contar una ilustración.. Estaba cerca de una playada llamad. Yo iba a esas playas a inspirarme, y de repente, lo que vieron mis ojos se convirtió en una analogía de la vida de muchas congregaciones. Noté que hay mucha gente que camina por una callecita que está mirando a la playa, pero que pasa por el costado. Pensé que así son muchas personas, que pasan por la iglesia de ladito, pero no se involucran en las cosas de Dios. 

También observé que los que hacían castillos de arena, no eran niños. Resulta que ahí se juntan ingenieros y arquitectos a hacer los castillos, y hacen unas cosas increíbles. Estaban ahí preparándose y hasta poniendo biombos para que otros no espiaran lo que hacían, y otra vez, eso se convirtió en otra analogía. Hay muchos que se involucran y construyen estructuras religiosas, que se afanan de tener sana doctrina, pero el problema es cuando viene el atardecer, sube el agua y, muchas veces, bota todo lo que han hecho. El agua es una figura del Espíritu Santo,  y dígame si no es cierto que a algunos les incomoda que el Espíritu Santo venga a hacer algo nuevo. Conozco iglesias que tienen una estructura eclesiástica, pero el problema es cuando el Espíritu Santo les quiere cambiar eso. A veces, hacemos canaletas para que el Espíritu Santo no cambie lo que hasta ahora teníamos. En esa playa, también hay surfers, ellos vienen, se suben a la mejor ola que encuentran, y así pasan todo el día. Sí se meten agua, pero en la superficie. Así son muchos con las cosas del Espíritu, nos gusta el movimiento de la iglesia, pero nos quedamos en la superficie. Veo a muchas personas siguiendo modas evangélicas. Así es a veces con todo, pero nos quedamos en la superficie. Estaba en esa playa y, de repente, pasaron unos buzos, se metieron al agua, hasta el fondo. Y pensé: “eso es lo que debemos ser: buzos espirituales”.

¿Quiénes quieren profundizar su relación con el Señor? Si no es por eso que nos reunimos, ¿para qué lo hacemos? Esta es una gran oportunidad para que profundicemos. En esta oración, Pablo confiesa que desea cuatro cosas para su vida.

Número uno: Yo quiero conocer más de Él. Pablo cuando escribe a los Filipenses, ya había escrito casi todo el Nuevo Testamento. Ya era un pastor consagrado, y aún así, decía: “Yo quiero conocerlo a El”. Definitivamente, él era un buzo espiritual, no quería conformarse con quedarse en la superficialidad del espíritu, quería ir más profundo. Por eso, más adelante, escribe: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece,” porque tenía un conocimiento sublime del Señor. Entendía que Dios es ilimitado, que nadie puede conformarse con lo que sabe de Dios. A veces, me da pena que hay ministros que creen que ya se graduaron de Su conocimiento. Dios es Dios, es ilimitado, es enorme, es el Creador del cielo y la tierra, de las galaxias.

Dios es tan grande que ni siquiera existe. ¿Por qué digo eso? La existencia está limitada por tiempo y espacio. Algo existe cuando ocupa un espacio y está ubicado en el tiempo, pero resulta que Él está más allá del tiempo y el espacio, es omnipresente, porque Dios no existe, Él es. Por eso, Dios dice: “Yo soy,” vive en un eterno presente, Él es Dios.

Si queremos conocer más de Él, debemos de buscarlo más en las Escrituras. Hay personas que tienen tan poco conocimiento de Biblia.

Número dos: Yo quiero experimentar el poder, que está vivo, conversar con Él.

Por eso, el apóstol dice: “Yo quiero experimentar el poder de la resurrección”; quiere seguir experimentando que Jesús está vivo, eso se hace a través de la oración. Yo sé que alguien está vivo cuando puedo conversar con Él, pero hemos convertido la oración en un monólogo religioso. ¿A qué me refiero? Yo a veces escucho cómo hablamos en las iglesias y me doy cuenta que hay muchas frases, mucho abuso de palabras. Si hablo con una persona y cada tres palabras le digo su nombre, suena extraño. Dígame si no es raro decirle al Señor “señor” a cada rato, es como que tuviéramos otra cosa que decirle. Otra cosa, son los tonos extraños. ¿Qué es eso? Llegó el tiempo que cultivemos una vida de oración genuina; no me voy a cansar de repetir eso. Decimos: “Queremos más de Dios”. Pero no va a ocurrir hasta que no tengamos un diálogo genuino con Él. ¿Hace cuánto que no hablas con Él en privado, sin un ministro que te esté guiando? Seguro que necesitas de esto, pero cuidado que no se convierta en un biberón espiritual. La iglesia está para equipar a los santos para la obra del ministerio, pero si quieres conocer más de Él, tienes que pasar tiempo con El. Pablo había tenido una experiencia transformadora con El, pero no se conformaba. A veces, nos conformamos sólo con conocer al Señor; otros, con bautizarse; otros, con tener una experiencia sobrenatural, pero ¿por qué no seguir esperando en tener nuevas experiencias con Él? Pablo no se conformaba con quedarse en la superficie, no quería sólo conocer al Espíritu Santo de oídas, él quería seguir experimentando.

Número tres: Yo quiero participar de sus padecimientos.
Toma tu cruz y sígame

 Número cuatro: Quiero ser semejante a Él en su  muerte. Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, no puede llevar buen fruto. A veces, queremos más de Dios, pero no estamos dispuestos a morir.

A veces, en la iglesia preguntamos “¿cuántos están alegres?”. No creo que eso sea lo más importante, pues es un número. La pregunta es “¿quiénes están dispuestos a hacer un compromiso de seguir conociéndolo a Él y no conformarse?”. Si hacemos un compromiso de participar de sus padecimientos, abrazándolo en el dolor de la gente, todo lo que puede cambiar. Si sólo alguno de nosotros decide morir enteramente a su carne, ¿qué no puede hacer el Señor con Él? ¿Quiénes dicen: “Yo quiero conocerle a El, quiero experimentar el poder de la resurrección, yo voy a participar en el dolor de sus padecimientos, porque entiendo que debo morir a mí para vivir a Él?

En el momento más popular de su ministerio, Jesús iba caminando en medio de una multitud y todos le querían tocar. Los discípulos no sabían cómo controlar a la gente, todos lo estaban tocando, encima de Él. Cuando de repente, Jesús pregunta “¿quién me tocó?”. Y Pedro le dice: “¿Cómo que quién te tocó? Si todos te están tocando”. Pero Él insistió. De repente, se escucha la voz de una mujer con flujo de sangre, enferma, que dice: “Yo”.

Dice Jesús: “¿Quién quiere más de mí? ¿Quién me va a buscar? ¿Quién no se conforma con lo que sabe de mí? ¿Quién quiere nuevas experiencias? ¿Quién va a participar de nuestros padecimientos? Cuando veo a mis hijos encerrados en los templos sin hacer ninguna diferencia, yo sigo sufriendo por aquellos que están solos, abandonados. ¿Qué vas hacer?

Pablo termina diciendo: “Quiero ser semejante a Él en su muerte”. Él lo dio todo. Si queremos ser verdaderamente agradecidos, no debemos dar una parte, sino darnos enteramente para Él. ¿Quiénes están conmigo en hacer de esta oración, un compromiso, en renovar estos votos de buscar más a Dios, de experimentarle, de participar en sus padecimientos?

Adorador: Wilver Santoyo



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