El agua es una figura del Espíritu
Santo, y dígame si no es cierto que a algunos les incomoda que el Espíritu
Santo venga a hacer algo nuevo
Por: Wilver Santoyo
Hoy estaba
pensando en qué quiere el Señor que les comparta. Y Él me llevó a un versículo
que es en el que hoy nos vamos a basar.
Filipenses 3:10
En este
capítulo, Pablo está haciendo una apología de su ministerio, una defensa de lo
que se propone. Nos dice que lo que antes tenía por ganancia, ahora lo tiene
por basura. En el verso 10, hace el resumen de lo que está diciendo en la
totalidad del capítulo, está confesando lo que está en su corazón y lo que Él
está percibiendo.
Lo he perdido
todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su
resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a Él en
su muerte.
El apóstol Pablo habla de cuatro cosas. Les voy a
contar una ilustración.. Estaba cerca de una playada llamad. Yo iba a esas
playas a inspirarme, y de repente, lo que vieron mis ojos se convirtió en una
analogía de la vida de muchas congregaciones. Noté que hay mucha gente que
camina por una callecita que está mirando a la playa, pero que pasa por el
costado. Pensé que así son muchas personas, que pasan por la iglesia de ladito,
pero no se involucran en las cosas de Dios.
También observé
que los que hacían castillos de arena, no eran niños. Resulta que ahí se juntan
ingenieros y arquitectos a hacer los castillos, y hacen unas cosas increíbles.
Estaban ahí preparándose y hasta poniendo biombos para que otros no espiaran lo
que hacían, y otra vez, eso se convirtió en otra analogía. Hay muchos que se
involucran y construyen estructuras religiosas, que se afanan de tener sana
doctrina, pero el problema es cuando viene el atardecer, sube el agua y, muchas
veces, bota todo lo que han hecho. El agua es una figura del Espíritu
Santo, y dígame si no es cierto que a algunos les incomoda que el
Espíritu Santo venga a hacer algo nuevo. Conozco iglesias que tienen una
estructura eclesiástica, pero el problema es cuando el Espíritu Santo les
quiere cambiar eso. A veces, hacemos canaletas para que el Espíritu Santo no
cambie lo que hasta ahora teníamos. En esa playa, también hay surfers, ellos vienen,
se suben a la mejor ola que encuentran, y así pasan todo el día. Sí se meten
agua, pero en la superficie. Así son muchos con las cosas del Espíritu, nos
gusta el movimiento de la iglesia, pero nos quedamos en la superficie. Veo a
muchas personas siguiendo modas evangélicas. Así es a veces con todo, pero nos
quedamos en la superficie. Estaba en esa playa y, de repente, pasaron unos
buzos, se metieron al agua, hasta el fondo. Y pensé: “eso es lo que debemos
ser: buzos espirituales”.
¿Quiénes
quieren profundizar su relación con el Señor? Si no es por eso que nos
reunimos, ¿para qué lo hacemos? Esta es una gran oportunidad para que
profundicemos. En esta oración, Pablo confiesa que desea cuatro cosas para su
vida.
Número uno: Yo quiero conocer más de Él. Pablo cuando
escribe a los Filipenses, ya había escrito casi todo el Nuevo Testamento. Ya
era un pastor consagrado, y aún así, decía: “Yo quiero conocerlo a El”.
Definitivamente, él era un buzo espiritual, no quería conformarse con quedarse
en la superficialidad del espíritu, quería ir más profundo. Por eso, más
adelante, escribe: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece,” porque tenía un
conocimiento sublime del Señor. Entendía que Dios es ilimitado, que nadie puede
conformarse con lo que sabe de Dios. A veces, me da pena que hay ministros que
creen que ya se graduaron de Su conocimiento. Dios es Dios, es ilimitado, es enorme,
es el Creador del cielo y la tierra, de las galaxias.
Dios es tan
grande que ni siquiera existe. ¿Por qué digo eso? La existencia está limitada
por tiempo y espacio. Algo existe cuando ocupa un espacio y está ubicado en el
tiempo, pero resulta que Él está más allá del tiempo y el espacio, es
omnipresente, porque Dios no existe, Él es. Por eso, Dios dice: “Yo soy,” vive
en un eterno presente, Él es Dios.
Si queremos
conocer más de Él, debemos de buscarlo más en las Escrituras. Hay personas que
tienen tan poco conocimiento de Biblia.
Número dos: Yo quiero experimentar el poder, que está vivo, conversar con
Él.
Por eso, el
apóstol dice: “Yo quiero experimentar el poder de la resurrección”; quiere
seguir experimentando que Jesús está vivo, eso se hace a través de la oración.
Yo sé que alguien está vivo cuando puedo conversar con Él, pero hemos
convertido la oración en un monólogo religioso. ¿A qué me refiero? Yo a veces
escucho cómo hablamos en las iglesias y me doy cuenta que hay muchas frases,
mucho abuso de palabras. Si hablo con una persona y cada tres palabras le digo
su nombre, suena extraño. Dígame si no es raro decirle al Señor “señor” a cada
rato, es como que tuviéramos otra cosa que decirle. Otra cosa, son los tonos
extraños. ¿Qué es eso? Llegó el tiempo que cultivemos una vida de oración
genuina; no me voy a cansar de repetir eso. Decimos: “Queremos más de Dios”.
Pero no va a ocurrir hasta que no tengamos un diálogo genuino con Él. ¿Hace
cuánto que no hablas con Él en privado, sin un ministro que te esté guiando?
Seguro que necesitas de esto, pero cuidado que no se convierta en un biberón
espiritual. La iglesia está para equipar a los santos para la obra del
ministerio, pero si quieres conocer más de Él, tienes que pasar tiempo con El.
Pablo había tenido una experiencia transformadora con El, pero no se
conformaba. A veces, nos conformamos sólo con conocer al Señor; otros, con
bautizarse; otros, con tener una experiencia sobrenatural, pero ¿por qué no
seguir esperando en tener nuevas experiencias con Él? Pablo no se conformaba
con quedarse en la superficie, no quería sólo conocer al Espíritu Santo de
oídas, él quería seguir experimentando.
Número tres: Yo quiero participar de sus padecimientos.
Toma tu cruz y sígame
Número cuatro: Quiero ser semejante a Él en su muerte. Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, no puede llevar buen
fruto. A veces, queremos más de Dios, pero no estamos dispuestos a morir.
A veces, en la
iglesia preguntamos “¿cuántos están alegres?”. No creo que eso sea lo más
importante, pues es un número. La pregunta es “¿quiénes están dispuestos a
hacer un compromiso de seguir conociéndolo a Él y no conformarse?”. Si hacemos
un compromiso de participar de sus padecimientos, abrazándolo en el dolor de la
gente, todo lo que puede cambiar. Si sólo alguno de nosotros decide morir
enteramente a su carne, ¿qué no puede hacer el Señor con Él? ¿Quiénes dicen:
“Yo quiero conocerle a El, quiero experimentar el poder de la resurrección, yo
voy a participar en el dolor de sus padecimientos, porque entiendo que debo
morir a mí para vivir a Él?
En el momento
más popular de su ministerio, Jesús iba caminando en medio de una multitud y
todos le querían tocar. Los discípulos no sabían cómo controlar a la gente,
todos lo estaban tocando, encima de Él. Cuando de repente, Jesús pregunta
“¿quién me tocó?”. Y Pedro le dice: “¿Cómo que quién te tocó? Si todos te están
tocando”. Pero Él insistió. De repente, se escucha la voz de una mujer con flujo
de sangre, enferma, que dice: “Yo”.
Dice Jesús:
“¿Quién quiere más de mí? ¿Quién me va a buscar? ¿Quién no se conforma con lo
que sabe de mí? ¿Quién quiere nuevas experiencias? ¿Quién va a participar de
nuestros padecimientos? Cuando veo a mis hijos encerrados en los templos sin
hacer ninguna diferencia, yo sigo sufriendo por aquellos que están solos,
abandonados. ¿Qué vas hacer?
Pablo termina
diciendo: “Quiero ser semejante a Él en su muerte”. Él lo dio todo. Si queremos
ser verdaderamente agradecidos, no debemos dar una parte, sino darnos
enteramente para Él. ¿Quiénes están conmigo en hacer de esta oración, un
compromiso, en renovar estos votos de buscar más a Dios, de experimentarle, de
participar en sus padecimientos?
Adorador: Wilver Santoyo |
Genial, Gran Clase primo.!! es una enseñanza poderosa!!!
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