El rico y el
pobre, el joven y el anciano, el grande y el pequeño pueden enseñarnos valiosas
lecciones. ¡Aprovechémoslas
Vivir exige sabiduría porque nuestra existencia se integra por infinidad de
decisiones que nos obligan a escoger lo correcto de aquello que conocemos, sea
por definición o por experiencia. Cada paso que damos requiere seleccionar
entre dos opciones. Incluso al abrir los ojos cada mañana, debemos decidir con
sabiduría levantarnos a la hora más adecuada para ser productivos.
Además, sabemos que nuestro Señor nos pide que seamos sabios. De hecho, En
Lucas 14: 25-33 Jesús explica que la sabiduría es indispensable para ser Sus
discípulos. Él explica que será imposible seguirlo para quien no aborrezca y
renuncie a todo cuanto posee, incluyendo a su familia, y lo asocia con alguien
que no es capaz de planificar antes de edificar y alguien que pelea una batalla
sin considerar sus posibilidades de ganarla. ¿Qué relación tiene todo esto?
El hilo conductor de todo lo que Jesús describe es la insensatez y la necedad.
Así que para ser Su discípulo debemos despojarnos de la insensatez y de la
necedad, ¡incluso si la heredamos de nuestros padres! No podemos llegar a los
pies de Jesús sin antes aborrecer todo lo que aprendimos que obstaculice el
camino a la sabiduría. Hay generaciones que heredaron necedad y deben romper
con ese lastre. No esperes a ser anciano para adquirir sabiduría, aprende del
Señor para corregir tu vida y enseñar a tus hijos. La única forma de aborrecer
la necedad es buscar y amar la sabiduría.
Algunas personas que escuchaban a Jesús se preguntaban cómo sabía tanto si era
el hijo del carpintero que ellos conocían. Las personas arrogantes, poco
sabias, menosprecian la sabiduría de otros porque no la reconocen. Al
contrario, los sabios siempre desean aprender por lo que encuentran sabiduría
al escuchar, preguntar y observar. Una persona sabia incrementa su
entendimiento al buscar consejo sobre lo que ignora y encuentra buen juicio
donde otro no se imagina que pueda existir. Debemos hacer a un lado el orgullo
y tener humildad para reconocer la sabiduría y escuchar consejo de quien puede
enseñarnos.
Incluso, podemos ver que la sabiduría nos promueve, porque Jesús salió del
anonimato al compartir Sus enseñanzas. Demuestra que anhelas sabiduría
buscándola incluso en los lugares más insospechados. Sabio es aquel que con
consejos, experiencia ajena y propia recopila información para tomar las
decisiones correctas.
Es cierto que la sabiduría se adquiere con los años y la experiencia, pero
todos podemos ser más sabios a la edad que tengamos. Un niño de ocho años que
termina sus tareas antes de jugar es más sabio que otro que no dedica tiempo al
estudio. Nuestro nivel de sabiduría se incrementa si sabemos dónde buscarla y
encontrarla. ¡La Biblia dice que aun el necio es contado por sabio cuando
calla! Así que de todas las personas podemos obtener sabiduría si tenemos la
correcta disposición para estar atentos.
Debemos aceptar la sabiduría donde quiera que la encontremos, en lo pequeño
y en lo grande. La Palabra nos dice que las hormigas son sabias aunque son
pequeñas y nada fuertes, porque aprovechan el verano y se preparan para el
invierno. Aprende y demuestra tu sabiduría al ahorrar porque la época difícil
vendrá. El segundo ejemplo de sabiduría son los conejos que no se esfuerzan
demasiado, ya que aprovechan lo que ya existe, por eso forman sus madrigueras
entre los pedregales que les brindan seguridad. La Palabra también habla de las
langostas que avanzan en grupos; y menciona a las arañas que habitan en
palacios aunque son tan vulnerables que podemos atraparlas con la mano.
Entonces, la sabiduría no necesariamente está ligada a la grandeza, fortaleza o
exceso de esfuerzo. Los insectos y animales más pequeños pueden enseñarnos
sobre sabiduría si tenemos la humildad de aceptar las lecciones que puedan
darnos. No desperdicies ninguna enseñanza que Dios quiera darte a través de Sus
criaturas.
Eclesiastés enseña que la sabiduría puede verse además de escucharse y nos
cuenta sobre un hombre pobre que salvó a su pueblo con el consejo que le dio
ante la amenaza de una invasión, ya que la sabiduría puede más que la fuerza.
Pero lo más remarcable de este pasaje es la sabiduría del hombre que fue capaz
de tomar en cuenta a ese sabio que, aunque pobre y olvidado, podía ayudarles4
y dijo: “Hay que escucharlo”, más aún, encontramos doble enseñanza en
quienes aceptaron el consejo, dejaron de lado su orgullo y escucharon al hombre
que antes habían menospreciado.
Si estás dispuesto a ser sabio debes dejar el orgullo que te impide
escuchar a grandes, pequeños, ricos o pobres. Aun en el necio se encuentra
sabiduría si sabemos descubrirla con una mirada abierta y receptiva. La Palabra
nos advierte que no seamos sabios en nuestra propia opinión porque no siempre
tendremos la razón. ¡Aceptemos nuestra ignorancia y mantengamos nuestros
sentidos alertas para encontrar sabiduría! Dale gracias al Señor por abrirte
los ojos, los oídos y el entendimiento a la sabiduría que te rodea. Demuestra
tu deseo de erradicar la insensatez y crecer en buen juicio al aceptar a Jesús
y abrirle las puertas de tu corazón para que cambie tu vida por completo,
llenándote de Su sabiduría.
1) Lucas 14: 25-33: Grandes multitudes iban con él; y
volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre,
y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no
puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no
puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una
torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que
necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no
pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo:
Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la
guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente
con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el
otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz.
Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede
ser mi discípulos.
2) Marcos 6:2-3 relata: Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar
en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene
éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que
por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de
Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus
hermanas? Y se escandalizaban de él.
3) Proverbios 30:24-28 explica: Cuatro cosas son de las más pequeñas de la
tierra, y las mismas son más sabias que los sabios: las hormigas, pueblo no
fuerte, en el verano preparan su comida; los conejos, pueblo nada esforzado,
y ponen su casa en la piedra; las langostas, que no tienen rey, y salen
todas por cuadrillas; la araña que atrapas con la mano, y está en palacios de
rey.
4 Eclesiastés 9: 13-18 relata: También vi esta sabiduría debajo del sol, la
cual me parece grande: una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene
contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes; y
se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su
sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre. Entonces dije yo: Mejor
es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y
no sean escuchadas sus palabras. Las palabras del sabio escuchadas en quietud,
son mejores que el clamor del señor entre los necios. Mejor es la sabiduría que
las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.
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