Cuando Jesús dijo a los suyos: "En esto reconocerán que sois mis
discípulos: si tenéis caridad unos con otros" (Jn. 13, 35) dejó un
mandato que señala claramente a sus seguidores un modo de obrar. Nadie
está excluido del amor de un cristiano, pues se trata de un amor que
sabe perdonar, comprender, convivir en cualquier situación, incluso en
las más difíciles.
SALMISTA Y ADORADOR: WILVER SANTOYO |
La amistad perfecta sólo se puede dar en la
vida eterna; en esta vida, incluso entre los amigos más íntimos, se dan
incomprensiones y ofensas. Si la amistad es honda, el perdón es rápido y
se olvida el agravio o el roce; sí la amistad es débil, en cambio,
cuesta perdonar. Por ello se puede decir que sólo es posible una amistad
honda cuando se está dispuesto a perdonar siempre. Un hombre que no
sabe perdonar, no sabe amar.
Tanto cuando se perdona como cuando se recibe el perdón, los lazos de amistad se estrechan. Esto no quiere decir que el amigo tenga que ser ciego ante los defectos del otro, sino que su amor le llevará a ayudarle a superarlos. La meta es considerar a los demás como otro yo y a Cristo -amigo- en los amigos. Así se puede realizar el ideal cristiano: perdonar siempre.
JESUCRISTO PREDICA EL PERDON Y LA COMPASION
La enseñanza de Jesús en este punto se condensa en la oración del Padrenuestro: "Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores", No sería lógico recurrir a la misericordia divina después de haber negado el perdón a otro.
Cuando San Pedro pregunta al Señor: "¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano si peca contra mí?.¿Hasta siete veces? Dícele Jesús: No digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete" (Mt. 18, 21-22), es decir, se debe perdonar siempre. Después, Jesús les expuso la parábola del siervo a quien se le perdona una deuda muy grande y, sin embargo, él no fue capaz de perdonar una muy pequeña y por su actitud, que desagrada a Dios y a los hombres, recibirá un gran castigo. Jesús concluye la parábola diciendo: "Así hará con vosotros mi Padre celestial si no perdona cada uno de corazón a su hermano" (Mt. 18, 35)
En las Bienaventuranzas resume Cristo el modo cómo ha de actuar el cristiano si quiere alcanzar el perdón de Dios: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt. 5, 7)
Cuando los discípulos de Juan el Bautista le preguntan sobre si es el Mesías, Jesús les remitirá a los hechos: "Id y comunicad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados" (Lc. 7, 22) Estas curaciones y su cuidado por los necesitados, no solamente son el cumplimiento de las profecías, sino que muestran su compasión.
Jesús perdona
Jesús perdona muchas veces los pecados. Dice de sí mismo que no ha venido a juzgar sino para salvar (cfr. Jn. 12, 47) De acuerdo con ese amor perdona los pecados del paralítico de Cafarnaúm y después lo cura para demostrar que realmente puede perdonar los pecados (cfr. Lc. 5, 17-20) Perdona a la pecadora diciendo: "están perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho" (Lc. 7, 36-50) También perdona a la mujer adúltera cuando todos la condenan sin piedad (Jn. 8, 1-11) El momento más impresionante en que se manifiesta su perdón es cuando perdona a los que le están crucificando: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen" (Lc. 23, 34)
El perdón que Jesús da es siempre principio de una nueva vida para los perdonados. Es un perdón que reconstruye la vida del pecador. Restituye al hijo pródigo en su posición de hijo: "Pronto, traed la túnica más rica y vestídsela, poned un anillo en su mano y unas sandalias en sus pies" (Lc. 15, 22)
Jesús se compadece
Nunca cerró el Señor su corazón a las angustias de los hombres. La mayoría de los milagros que hizo fueron curaciones, movido por compasión ante el sufrimiento humano. Esto es muy notorio en la resurrección del hijo de la viuda de Naím, pues Jesús, al ver llorar a aquella mujer, "se compadeció de ella, y le dijo: No llores", luego resucitó a su hijo (Lc. 7. 11-17) Igualmente, al ver llorar a María y sus amistades por Lázaro, "se conmovió hondamente... y lloró Jesús" (Jn, 11, 35)
Esta compasión no se da sólo ante el dolor de la enfermedad o la muerte, pues llega a su causa: el pecado. Por eso lloró sobre Jerusalén ante la dureza de corazón de los judíos y su incredulidad, y porque sobre ellos y su Templo sobrevendrán grandes desgracias (Lc. 19, 41-43)
Tanto cuando se perdona como cuando se recibe el perdón, los lazos de amistad se estrechan. Esto no quiere decir que el amigo tenga que ser ciego ante los defectos del otro, sino que su amor le llevará a ayudarle a superarlos. La meta es considerar a los demás como otro yo y a Cristo -amigo- en los amigos. Así se puede realizar el ideal cristiano: perdonar siempre.
JESUCRISTO PREDICA EL PERDON Y LA COMPASION
La enseñanza de Jesús en este punto se condensa en la oración del Padrenuestro: "Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores", No sería lógico recurrir a la misericordia divina después de haber negado el perdón a otro.
Cuando San Pedro pregunta al Señor: "¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano si peca contra mí?.¿Hasta siete veces? Dícele Jesús: No digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete" (Mt. 18, 21-22), es decir, se debe perdonar siempre. Después, Jesús les expuso la parábola del siervo a quien se le perdona una deuda muy grande y, sin embargo, él no fue capaz de perdonar una muy pequeña y por su actitud, que desagrada a Dios y a los hombres, recibirá un gran castigo. Jesús concluye la parábola diciendo: "Así hará con vosotros mi Padre celestial si no perdona cada uno de corazón a su hermano" (Mt. 18, 35)
En las Bienaventuranzas resume Cristo el modo cómo ha de actuar el cristiano si quiere alcanzar el perdón de Dios: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt. 5, 7)
Cuando los discípulos de Juan el Bautista le preguntan sobre si es el Mesías, Jesús les remitirá a los hechos: "Id y comunicad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados" (Lc. 7, 22) Estas curaciones y su cuidado por los necesitados, no solamente son el cumplimiento de las profecías, sino que muestran su compasión.
Jesús perdona
Jesús perdona muchas veces los pecados. Dice de sí mismo que no ha venido a juzgar sino para salvar (cfr. Jn. 12, 47) De acuerdo con ese amor perdona los pecados del paralítico de Cafarnaúm y después lo cura para demostrar que realmente puede perdonar los pecados (cfr. Lc. 5, 17-20) Perdona a la pecadora diciendo: "están perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho" (Lc. 7, 36-50) También perdona a la mujer adúltera cuando todos la condenan sin piedad (Jn. 8, 1-11) El momento más impresionante en que se manifiesta su perdón es cuando perdona a los que le están crucificando: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen" (Lc. 23, 34)
El perdón que Jesús da es siempre principio de una nueva vida para los perdonados. Es un perdón que reconstruye la vida del pecador. Restituye al hijo pródigo en su posición de hijo: "Pronto, traed la túnica más rica y vestídsela, poned un anillo en su mano y unas sandalias en sus pies" (Lc. 15, 22)
Jesús se compadece
Nunca cerró el Señor su corazón a las angustias de los hombres. La mayoría de los milagros que hizo fueron curaciones, movido por compasión ante el sufrimiento humano. Esto es muy notorio en la resurrección del hijo de la viuda de Naím, pues Jesús, al ver llorar a aquella mujer, "se compadeció de ella, y le dijo: No llores", luego resucitó a su hijo (Lc. 7. 11-17) Igualmente, al ver llorar a María y sus amistades por Lázaro, "se conmovió hondamente... y lloró Jesús" (Jn, 11, 35)
Esta compasión no se da sólo ante el dolor de la enfermedad o la muerte, pues llega a su causa: el pecado. Por eso lloró sobre Jerusalén ante la dureza de corazón de los judíos y su incredulidad, y porque sobre ellos y su Templo sobrevendrán grandes desgracias (Lc. 19, 41-43)
0 comentarios:
Publicar un comentario